


Vuelve aquí como el ralo invierno
sublime de ponerse y quedo de temblar,
con la huidiza boca como seca respuesta
y el golpe de la piedra como única llama.
Vuelve aquí, de dónde nunca pasaste,
sobre el trote de la cadera suelta sin mullir
y el rincón escueto de la parábola muerta
que aprieta los parpados cuando lo penetras.
O vete mañana y los vértigos apuesta
y de espasmos cada gemido sin tregua roza
como el paria acólito entregando la prenda,
pero, bájate la ropa y reza desnudo,
vuelve o vete, o ven y marcha
que de tu jalea impregnado tengo el pulso.