A pesar de todo he aprendido.
Si la noche es clara
a la luna se le ve el ombligo.
_Fito Cabrales_
Aún veo tu paso glorioso y se encabrita mi sangre.
Me sabes pero si olieses a fresco como el pecho sobre el que me dormías sin siquiera saberlo, si así fuere, entonces, entonces perdería la calma a tu paso, sin siquiera dudar.
El gemido es mi único enemigo, gozne ineludible del traspaso, pieza valedera, contraseña de mi espasmo contraído y húmedo.
Aún y con el paso de la mano arrancando días se revuelve mi corazón con el eco de tu voz.
Acicalo mi vientre en tu recuerdo constante e irremediable y contra cualquier jamba, sobrevuelo tus nalgas, mientras a mi te aprietas, mientras el sopor me lleve.
Corre el agua y la tormenta me trae el anhelo de tu tiempo.
Nunca te lo dije, al menos, creo, no oías mi susurro, pero... si calentases mis pies, como en sueños tres pares de veces lo has hecho, caería rendida.
Si me tomases de la camisa mordisqueando cada botón y mis caderas te atraparan, si acaso arañases por un instante mis curvas y acabasen tus palmas perdidas e indecentes a mi espalda...
(Sólo sueño, al costado de tu cuello, sólo eso.
Lo sabes.)