Felices Fiestas a TODOS!!! Y gracias a todos por Ser y Estar!!!



Mañana cuando despiertes, mirarás a ambos lados. Se colará el desafío y no encontrarás ningún reproche.
Malditos sean mil pares de veces los minutos que te tuve y no te desarmé a mordiscos hasta el aire. Malditas las esperanzas que, aún, juguetean en el cielo de mi boca como si te lamiese el costado del cuello, allí mismo donde se te derrumbaba la sangre.
Se pasean las mariposas y aletean. Míralas.
Apartaría del camino los silencios y te prestaría mi atención sin pestañeo.
Pero es tan tarde, tanto y tanto.
Los ojos se me cierran.
Es la daga que metía entre los dientes, para camelarte, un cruel disfraz de caza que me despierta con ansia a medianoche.
Cuando se me muera el desaliento; tampoco lo reconoceré, cuando sea temprano y tú consideres a bien lo oportuno; no iré tampoco.
no asesinaría al contraluz cada relente de sudor.
entonces respirar sería como un beso
y me partiría como una grácil flor a tu suave paso.
cargando mi corazón a la espalda y
peinando caminos con la punta de las uñas.
O eso me temí.
sigue agolpándome la sangre contra el cielo de la boca
pero el ahogo posible no lo tuve a cuenta.
Algunos no tenemos tiempo para clases particulares, autodidactas con callos en las manos somos. No diferenciamos la ortografía de la palabra, ni la palabra de los corporeos gestos, porque las verdades, al oído y en susurro, no se acuerdan de esdrújulas, pero si suelen quedarse bastante atónitas.
Hoy quiero estar muy despierta, el insomnio place mis músculos y me tensa de placer sobre el filo de tu pelvis. El silencio es lo único necesario para plantar mis dedos deseosos sobre las muñecas de cualquier pared en la que te apoyes.
He roto la balanza de estos aires y esnifar gemidos sigue siendo mi droga preferida.
Ya no recuerdo el tobillo de la luna
cuando en mi oído te bañabas
y me paré en la humedad por si aparecías.
Por si me oías alcé un susurro
blanco y negro de rincones,
corrí entre caricias convulsas
sin moverme del sitio.
(Una pelusilla pícara de tu jersey
se pasea por el vaho de mi ventana)
No, no me cansaba de ver el gesto de tu boca
abrí los ojos y una lágrima se hartó de tu belleza
renovando cada impúdico recuerdo...
Por si me oyeses
he cubierto de agua cada instante
y la noche me ha devuelto tu silencio
apoyado de suspiros.
He vuelto a separar las piernas,
a abrir las huellas de las manos,
a plantar fuego en los pies
y a sentir helado el cuerpo vivo.
La tenue aura de la persiana
me devuelve el sueño
y de los restos no me acuerdo.
No juzgues los puñales de mis dedos
cual afilados bisturís,
ni propongas un rostro de miedo
con cada pie que te avanzo.
No te hurgaré la entrañas.
Ya la calma pasó factura
y en la mesa de operaciones
no queda huella alguna
que demuestre el homicidio.
Agarra fuerte mis caderas, que no me rompo.
El ágil gesto del cuello es la señal,
el calor con sabor indefinido el momento
y, de fondo, el contoneo del secreto.
...tú en cambio me ungiste de premuras,
los alocados besos ya no se esparcían en manadas
y los ausentes motivos había que inventarlos,
tú en cambio ya no buscabas parecidos,
las inertes paredes no te parecían asedadas
ni el solar mas espinoso el tálamo mas mullido.
Así se alcanza el más inerte gemido
la mas perfecta caricia
enmudece dolorida....
y pasa el loco tren
segando sanguíneos compases.
A pesar de todo he aprendido.
Si la noche es clara
a la luna se le ve el ombligo.
_Fito Cabrales_
Aún veo tu paso glorioso y se encabrita mi sangre.
Me sabes pero si olieses a fresco como el pecho sobre el que me dormías sin siquiera saberlo, si así fuere, entonces, entonces perdería la calma a tu paso, sin siquiera dudar.
El gemido es mi único enemigo, gozne ineludible del traspaso, pieza valedera, contraseña de mi espasmo contraído y húmedo.
Aún y con el paso de la mano arrancando días se revuelve mi corazón con el eco de tu voz.
Acicalo mi vientre en tu recuerdo constante e irremediable y contra cualquier jamba, sobrevuelo tus nalgas, mientras a mi te aprietas, mientras el sopor me lleve.
Corre el agua y la tormenta me trae el anhelo de tu tiempo.
Nunca te lo dije, al menos, creo, no oías mi susurro, pero... si calentases mis pies, como en sueños tres pares de veces lo has hecho, caería rendida.
Si me tomases de la camisa mordisqueando cada botón y mis caderas te atraparan, si acaso arañases por un instante mis curvas y acabasen tus palmas perdidas e indecentes a mi espalda...
(Sólo sueño, al costado de tu cuello, sólo eso.
Lo sabes.)
Bajo la lámpara encendida se quedó el camafeo,
verde esperanza, y tras su abertura dormita mi bien.
Dile al bastardo pensamiento que no me robe de noche
sobre la esquina oscura en la que todo se puede.
Bajo la pulcra fantasía, de los tendidos besos,
se lava la estafa las manos y se seca en la mirada.
No busques desangelados cambios en mi, mi bien,
hallarás la llanura mas yerma y cruenta a cambio.
Retocar mañanas nunca estuvo en mi dietario anotado,
yo sólo tengo por costumbre inventar amaneceres
y, si acaso, regalar los bebedizos sin tasarlos.
Bajo la preclara farola que guiña nuestra suela
dejé el corazón prendido, por si te volvías
y no eras capaz de encontrar las jambas, mi bien.