Por no refugiarme descorazoné la previa luz
aquella que nos clareó la tarde.

El desnudo no es mas que la transparencia tierna
luego cae a bocajarro la caricia
el beso
el calor
el ciego y lésbico contraste
la algarabía de la piel
la suciedad perfecta y bella
el silencio
la marabunta
los aromas cimbreados volviendo el cuello
hacia los calidos rieles de la seda.
No es mas que eso, no temas.
Me acaricio las palmas sin la presencia
y es la viperina tarde la que ahuyenta el ahogo.
Tras la espalda no queda sombra,
ni vestigio de sudor
ni revuelta y seca boca,
quedan bocadillos de aire embestidos
nudillos esperantes de un golpeteo
que les embarque la pulcra sabana
hacia el oasis abandonado del mas tierno y loco peso.
No corras...espera.
Se quedan como huecas las huellas
los pezones duros y serenos
y un vacio
en pedazos
rompe los jirones de aquel traje
que enamoró la matinal desnudez mas engreida.